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						La temporada de pesca ya está llegando a su término y no 
						podíamos dejar pasar la oportunidad que Semana Santa nos 
						iba a entregar. Cuatro días libres para ir en búsqueda 
						de un lugar nuevo, desconocido, pero a la vez no tan 
						lejos de nuestra ciudad. Nuestra expedición partió con 
						un grupo de motivados amigos, con ganas de hacer algo 
						diferente para ese fin de semana largo. Armaron equipo, 
						investigaron la ruta en Google Earth y me invitaron a 
						embarcarme en un viaje lleno de grandes expectativas con 
						relación a la pesca con mosca y todo con lo que ese lado 
						de la cordillera nos iba a regalar. Partimos el día 
						jueves en dos camionetas, la meta inicial era poder 
						cruzar a Argentina por el Paso Vergara antes del cierre 
						del cruce a las 20.00 horas. Pero como era de esperarse 
						la migración de santiaguinos impidió al grupo número 2 
						llegar a tiempo, por lo que armamos campamento unos 
						kilómetros antes del paso. Con cero expectativa de poder 
						ver o escuchar el partido de Chile contra Argentina, 
						aprovechamos de probar suerte y nos topamos con una 
						señal transandina que transmitía dicho partido. El 
						resultado dio lo mismo, ya estábamos felices por el solo 
						hecho de escuchar y poder compartir unas cervezas como 
						previa para el tremendo fin de semana que se nos venía. 
						 
						     
						Temprano pasamos por aduana y de inmediato pudimos 
						apreciar el cambio en la flora y fauna del lugar, con un 
						fondo montañoso imponente y pequeñas vegas que 
						acompañaban en el trayecto. Ya pasado el hito nos 
						encontramos con dos glaciares, el Vergara y Planchón, 
						una pequeña detenida para unas fotos y a continuar hasta 
						nuestro destino. La primera prueba para llegar fue 
						cruzar un río en las camionetas, obstáculo que fue 
						sorteado sin dificultad. Siguiendo una pequeña huella 
						que apenas estaba marcada, nos fuimos metiendo 
						lentamente en un pequeño valle, cerrado por ambos lados 
						con dos cordones montañosos, una estepa con Coirones, 
						Calafate y largas explanadas de pasto, todo esto marcado 
						en el centro por un río de mediano caudal, corriente 
						tranquila y aguas muy claras. Ya no podíamos contener la 
						emoción al ver los pozones que se formaban con los 
						serpenteos que el río iba haciendo a través de este 
						hermoso valle, que nos recibió con un día de Sol 
						radiante. 
						     
						Pasada esta anécdota encontramos un lugar perfecto para 
						armar campamento base, al lado de un pequeño riachuelo. 
						Sin siquiera armar las carpas, comimos algo, armamos las 
						cañas, cargamos el equipo y fuimos al encuentro del río. 
						Los más novatos partimos con Seba Sanchez para hacer una 
						pequeña clase práctica y darnos algunos tips de como 
						enfrentar y atacar los pozones, como acercarse y buscar 
						las truchas en el fondo del río y tratar de pasar lo más 
						desapercibido posible. Después, cada uno por su lado y 
						que la suerte del pique te acompañe.  
						     
						Ese día dos de nuestros compañeros tuvieron éxito, Seba 
						por su lado sacó dos truchas del mismo pozón. Pudimos 
						ver como una de ellas estaba saltando y comiendo en la 
						superficie, justo en la llegada de una pequeña 
						correntada. Buscando la mosca adecuada para el pique, 
						logró enganchar una trucha Arcoiris con una mosca 
						Kauffman Caddis (mosca seca). Después de una pequeña 
						pelea pudimos contemplar la belleza y los colores que 
						nos regalaba esta trucha. Sin ser suficiente Seba logró 
						un segundo pique y captura, pero esta vez de una Trucha 
						Fario, que fue sacada con una Tungsten Phesant Tail #16. 
						En el otro grupo estaban pescando Juancho y Pelayo y en 
						la búsqueda encontraron el tesoro. Un par de kilómetros 
						arriba del campamento, la intervención de algún 
						estanciero o gaucho de la zona creó una laguna, 
						construyendo una pequeña represa y aprovechando toda el 
						agua que salía de una vertiente, formando todo un 
						ecosistema alrededor de él, al cual los pescadores 
						llaman Spring Creeks. Innumerables aves habitaban ese 
						lugar, entre ellos bandadas de Caiquenes, Patos, 
						Colegiales y Churretes. En la búsqueda de alguna trucha 
						que pescar encontraron varias metidas en cuevas que se 
						forman en las caídas de pasto, denominadas “undercuts”. 
						Una vez teniendo el objetivo Juancho logró capturar a la 
						estrella del viaje, la trucha que todos querían, una 
						linda Fontinalis o Trucha de Arroyo, cada vez más escasa 
						y difícil de encontrar en ríos. Esta trucha fue sacada 
						con una Ninfa Mayfly. Pasado este gran momento, Juancho 
						no quiso ser menos que su primo y también sacó otra 
						trucha, en el mismo Spring Creek con una mosca que era 
						una imitación de Sanguijuela. Como pueden ver cada uno 
						busca su estrategia y la manera de cautivar a la trucha 
						para lograr su pique. 
						     
						Al día siguiente nos levantamos muy temprano, ya que la 
						temperatura bajó mucho. Al salir de la carpa vimos que 
						todo estaba escarchado. La idea era ir nuevamente a esta 
						laguna en donde Juancho pudo sacar la Fontanelis y que 
						todos probáramos suerte. Como era de esperarse y después 
						de una intensa búsqueda por todos los sectores de la 
						laguna, Seba encontró, acechó y capturó a la preciada 
						Trucha de Arroyo. Esta vez el pique fue difícil y se 
						tuvo que intentar con varios tipos de mosca para tentar 
						a la trucha, esto sobretodo porque las condiciones de la 
						laguna permiten que las truchas tengan mucho alimento a 
						disposición, por ello se utilizó una Baby Rainbow Trout 
						#10. Otros tuvieron piques pero nadie pudo sacar más en 
						esa sesión. Contentos por los éxitos de nuestros 
						compañeros volvimos caminando al campamento, desarmamos 
						todo y nos dirigimos al lugar de inicio de este valle, 
						donde según sabíamos, otro río pasaba por ahí, este ya 
						de mayor tamaño y con una corriente importante. Al ir a 
						vadear este nuevo río pudimos notar que estaba más 
						depredado, porque encontramos muchos montones de línea 
						botadas alrededor de él. Otro detalle importante también 
						era la presencia de mucha alga verde en el fondo y 
						alrededor de las rocas, escenario ideal para la 
						proliferación de camarones de agua dulce (scud), pero 
						molesto a la hora de tener que limpiar la mosca cada vez 
						que se lanza. En este río tuve varios piques pero no 
						pude enganchar a ninguna por mucho tiempo, lección de 
						humildad y motivación para seguir practicando este lindo 
						deporte. Esa última noche compartimos unos buenos 
						tragos, una comida caliente y nos sentamos a completar 
						la inmensidad del cielo con sus estrellas, el mejor 
						fondo para terminar 4 días de un excelente paseo. En 
						términos generales fue una excursión increíble, con 
						paisajes imponentes pero a la vez hermosos, mucha vida y 
						muy poca intervención del hombre, camaradería, buena 
						onda, mucho aprendizaje y contemplación. Fue un gusto 
						compartir con todos a quienes ya he nombrado junto con 
						Matu, Coni y Martín quienes estuvieron encargados de 
						inmortalizar a través del lente todos estos momentos que 
						acabo de narrar.   
						
						¡¡ 
						Buena pesca y líneas tensas y apretadas para todos !!   |